viernes, 5 de octubre de 2007

Auto-ayuda (sin frenos)


Hay ganas internas de seguir diciendo algo para quien quiera leerlo...
Es fuerte lo que se quiere decir y lo que se dijo. La verdad es que nada de lo que se escriba es fuerte ya. Desde que el hombre hace uso de su razón y de su capacidad de expresión ha escrito todo lo que quiso. Por ello fue venerado y odiado en similares proporciones. Pero lo verdaderamente fuerte de estos escritos fueron sus efectos. Biblias, Talmudes, Coranes y demás libros religiosos se transformaron en recetarios de autoayuda demasiado abstractos para una mayoritaria sociedad hambrienta de soluciones rápidas para problemas absurdos. Nacieron otros exponentes que derivaron del psicologicismo. La ayuda de la fe fue ayudando cada vez menos para dejar lugar a la ayuda de la psiquis.
En la Argentina, los psicólogos superan en número a muchos otros profesionales. De seguro, muchos de los que eligieron dedicarse a este campo fue por puro egoísmo. O sea para encontrar en los libros, la solución o al menos las herramientas para solucionar su vida. Algunos lo hicieron y dicen que son felices, otros se arrepintieron y se dedicaron a estudiar lo que realmente querían, mientras que otros no saben muy bien que quisieron decir Freud, Jung, Lacan, Pichon Riviere, entre otros.
Después está ese grupo que dejó el egoísmo de lado y se dedica a ayudar a otros. Psicólogos que ejercen desde el voluntariado anónimo en hospitales, neuropsiquiátricos, casas particulares, bares, etc. Existe también una amplia gama de psicólogos espontáneos. Son aquellos consejeros compulsivos que están siempre listos para dar la adecuada solución cuando muchas veces no saben como resolver aspectos cotidianos de su propia existencia. Con esto quiero decir que la solución a muchas de las dificultades que aparentemente nos subyugan en lo cotidiano, están y existen en nosotros mismos.
Por mi experiencia, puedo afirmar que ni la autoayuda, ni el psicoanálisis, ni la religión, ni los amigos, ni la pareja, ni la filosofía, ni lo que hayamos elegido por sí sólo nos ayudarán a alcanzar la felicidad.
Es simple. La autoayuda es limitada en el sentido de basarse pura y exclusivamente en nosotros mismos. Todo pasa por uno. Por el ser. El problema y las herramientas para solucionarlo. “Ayudándonos a nosotros mismos, ayudamos al otro” es una de las máximas más repetidas entre los consumidores de esta neo literatura (no tan neo, en realidad). Nos dicen que seamos felices, a pesar de todo, que sigamos el camino de la felicidad, que nosotros somos el centro del mundo, nos cuentan historias que al terminar de leerlas decimos o pensamos: ¡Qué bárbaro, que lindo, quiero hacer esto o por qué no lo vi antes, que ejemplo, mi vida puede ser distinta si me atengo a esto! Entonces sigo leyendo, compro otros libros de ese autor que me hace sentir tan bien, que me deja pensando en lo feliz que debe ser y en lo infeliz que yo soy. Encima cuando hablo de este autor y de lo que me produjo (si es que me animo) escucho a otros recomendarme a otro autor que le produjo las mismas sensaciones. Enseguida trato de encontrar a ese otro gurú y cuando lo hago, compro su libro, empiezo a leerlo y pienso: efectivamente, soy demasiado infeliz, hay cosas que podría cambiar, mi vida no es la que quise o proyecté, mejor sigo leyendo a ver qué puedo hacer de ahora en más para alcanzar la felicidad y dejar de tener problemas. Y así sucesivamente: leo, pienso, hablo, escucho, compro y leo. El círculo de la autoayuda puede ser virtuoso durante un tiempo, pero tarde o temprano se convierte en un vicio más que adorna nuestros días, tardes, noches y en los casos más tristes, toda nuestra existencia.
Vamos al psicoanalista. Al no poder resolver nuestros propios problemas con la autoayuda nos encontramos de golpe en el medio de un laberinto que en la mayoría de los casos es mental. Nuestros amigos, familiares, nadie nos entiende o nadie nos escucha, somos impotentes para resolver uno o más problemas que nos aquejan. Creemos que si vamos a terapia, podremos obtener ayuda de un profesional y así lograr sobrellevar el peso de este o estos problemas que tanto nos perturban y no podemos resolver. A muchos los ayuda encontrar nuevas herramientas, hasta el momento desconocidas para resolver esos problemas mientras que a otros no les sirve y siguen buscando por otros lados.
Una terapia exitosa radica en hablar de sí mismo, en RE-conocerse, encontrar aspectos hasta el momento quizás desconocidos. El terapeuta escucha y pregunta. Al bucear en nuestro interior nos encontramos con aspectos que quizás no conocíamos o creíamos demasiado ocultos para que influenciaran directamente sobre nosotros. La relación con nuestros padres, hermanos, abuelos, tías, tíos, primos, amigos, amigas, esposas parece que son fundamentales en nuestros actos. Todo nuestro pasado influye en nuestro presente y peligrosamente quizás determine nuestro futuro aunque no nos queramos dar cuenta. Y necesitamos a un profesional que nos diga que esto es así porque estamos demasiado “contaminados” para darnos cuenta.

No hay comentarios: