lunes, 26 de abril de 2010

Estado de domingo


Los fantasmas del domingo aparecen en mis tiempos de paz. Me cuesta estar acostado, en poción de relajación, asumiendo el tiempo de sosiego. Frenar me agobia. Me hace bien un rato pero después se pasa y tengo que arrancar en quinta de nuevo. Fackin bipolaridad mental. Acelere vital sin saber manejar. Intuyo que voy directo al choque. Después, presintiendo el final, me río y hago la curva justa o injusta para seguir viaje. Ahí voy otra vez por la ruta indefinida.
El domingo debe tener una energía especial. Me pega mal cuando me agarra de repente en pleno viaje. Apenas mi hijo logra sacarme de ese estado dominical. Jugar con él, darle de comer, cambiarle el pañal y llevarlo a su cuna me saca del fantasmagórico agobio y me recuerda que puede haber vida durante el domingo. Antes era el fútbol, pero de a poco, las tres opciones de victoria, empate o derrota sometidas a la fidelidad de un solo equipo también me aburrieron.
Quizás el hacer lo que me gusta en la mayoría de las ocasiones evita que me sienta obligado a descansar al séptimo día. Creo que no nací para meditar ni para meditabundear. En realidad no se para qué ni porqué nací pero tampoco me interesa por ahora. Las ganas de sobrevivir el domingo superan las ganas de averiguarlo.

1 comentario:

Mirna Berenice Llopis dijo...

Me encantó... creo que es parte de la profesión el estado de domingoooo...