lunes, 12 de abril de 2010

Últimos días antes de morir


Madame le mogt. Sou fransesish. Tan bella y lejana como inesperada, sorpresiva, invasiva y mal-venida en el peor de los casos. Una invitada inevitable al y en el fin. A sabiendas de ello, ¿qué mejor que recibirla lo mejor posible para que haga su trabajo en paz?
1987. Mi abuelo (cantante operístico) muere un siete de enero, dos días después que su padre (también operístico cantante). Una especie de simbiosis. Mis cinco años y la primera impresión de Doña Muerte. Mi madre, sentada en la cama llorando y yo mirándola en silencio. En mi mente, esqueletos varios con fondos negros y azulados. Las lágrimas maternas, ajenas.
Mi único recuerdo con mi abuelo talla en el sonido de instrumentos varios. La armónica, mi favorito. Luego el piano, claro. El deseo de ir a lo de mi abuela para tocar, escuchar y aprender de la música y de mi abuelo. Ese sólo recuerdo bastó para que en el cementerio aplaudiera sobre el cajón, al grito de “acá está mi abuelo”.
Luego, la muerte asechante en los deseos de mi madre. Salto histórico y mi bisabuela que se va al más allá. La muerte, bien de cerca. La mujer que me crió en situaciones límite ya no está más. No más papas fritas con huevo frito los lunes (las mejores de la historia, claro). No más aguantes nocturnos. No más orgullo incondicional por su bisnieto ejemplar. Se fue nomás, de viejita y en paz. In a little while…
Hoy disfruto mi relación con la muerte. Las experiencias in-fluyen. No sé si es parte de la vida o es otra vida dentro de sí misma. La (sin) razón engaña. Crea escenarios cerebrales de post vida, de un más allá. ¿Cómo puede ser esto y nada más? ¿Nacemos, vivimos y nos vamos? Pausa. Obligación racional obliga. ¿Por qué no vivir cada día cómo si fuera el último y ya? A menos que en un rincón del cerebro, esa fe “más alla-ística” diga ¡NO, DETÉNTE! pues lo mejor de la vida viene después de la muerte. Muy católicamente correcto.
Cito a una amiga: “Para mi, sanseacabó. Muerte y a otra cosa. No mor concept. Pero después pienso que la muerte es parte de la vida, y continúa siéndolo aun cuando nos vamos. Lo importante es lo que queda, la estela que dejamos atrás (pobre Estela)”.
Si es “sanseacabó”, ¿qué hacemos que no hacemos lo que queremos todos los días que nos quedan? ¿Seré un loco que se dio cuenta que el tiempo es muy poco, cual Calamaro?

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